Cuando terminó Perdidos, o incluso antes, todos estábamos ya buscándole sustituta. No queríamos que se nos acabara, ya que una serie así, con ese fenómeno fan y esa calidad detrás no pasa cada año, ni cada lustro tampoco.
Nos vendieron una sustituta con un arranque muy bueno, pero Flashforward acabó en el olvido por meritos propios. Y es que esta claro que estas cosas se pueden preparar todo lo que quieras, pero el publico es el que elige al final.
Sin embargo, hubo una serie que parecía pasar desapercibida para la mayoría, para lo que seria el gran publico. Fringe empezó a trompicones y con la sombra de J. J. Abrams y Lost pesando mucho, casi tanto que pasar de la irregularidad de sus capítulos iniciales era casi cuestión de fe. Fe me falta toda la del mundo, pero a cambio cuando se trata de televisión reconozco lo bueno cuando lo veo casi al instante.
Fringe olía a clásico de ciencia ficción a kilómetros, y los primeros episodios tenían un aire deliberado a Expediente X que hacían que me relamiera pensando en lo que podía venir. No me equivoque para nada, no solo la calidad de todos los episodios es excelente, ya sean transcendentales o no, sino que todo estaba visto desde una perspectiva nueva. Una nueva forma de ver las cosas que nos ha acabado llevando a sitios que al principio ni imaginábamos, pero que se van a quedar ahí durante mucho tiempo, como la isla de Perdidos o los primeros casos de CSI. Nadie nos había enseñado eso, nadie había estado allí.
En Fringe manejan la realidad a su antojo, llevándonos poco a poco hasta finales tan brutales y sorprendentes como el de la primera temporada, que te deja pensando durante varios días en que tienen en la cabeza la gente capaz de pensar eso, y que es una suerte que hayan querido compartirlo con todo el mundo.
Si la calidad de la serie es estupenda, sus interpretes y personajes están sin duda a la altura. La agente Dunham, interpretada por una fantástica Anna Torv, crece ante nuestros ojos hasta llegar a una profundidad difícil de imaginar en un principio, al igual que Peter Bishop (Joshua Jackson) que ha pasado de ser un granuja con recursos a un encantador sabelotodo con un punto atormentado de lo mas interesante. Pero sin duda la piedra angular de el reparto y de la serie es un impagable Walter Bishop magistralmente interpretado por John Noble. Walter es uno de esos personajes llamados a perdurar en el tiempo y ser ejemplo de otros venideros, sobretodo por la sensible y cuidada interpretación de Noble.
Si la primera temporada acabó de forma impresionante, la segunda no se queda atrás, pero desde el principio. Uno no creería que se podría sacar tanta calidad de una serie que tiene una temporada de 23 episodios de mas de 40 minutos de duración, pero así es. La calidad de la serie no baja en absoluto, sino todo lo contrario, de cada capitulo todo es importante y forma un conjunto fantástico para acabar sintiendo y asumiendo lo que se nos quiere contar de forma inmejorable.
Así que si, lo admito, estoy completamente enganchado y enamorado de Fringe, una serie novedosa, interesante y placentera para el espectador mas exigente.
P.D: Canal + estrena la tercera temporada a finales de septiembre, así que no tendremos que esperar mucho para verla.
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