Pulseras rojas ha sido toda una sorpresa para mi. No, no
estoy tonto. Por supuesto se el gran éxito que ha sido en Cataluña, de hecho podría
haberla visto en su versión original que es como deberían verse las cosas. Lo
que pasa es que hay que reconocer que el tema, en principio puede parecer
bastante duro, y mucha gente puede ser reticente a adentrarse en una serie que
trata este tipo de enfermedades y mas en adolescentes.
Ese era mi caso, en principio y a pesar de todos los buenos
comentarios y referencias que me habían llegado no me apetecía verla. Creo que
Albert Espinosa, uno de los cerebros detrás de este éxito, es un buen escritor
y un gran guionista, pero ni aun así me apetecía verla.
Pero llegó el verano y Antena 3 decidió intentar sacar
partido de la serie en prime time, y acabe viéndola. Por suerte, por que he
podido comprobar que todo lo bueno que me contaban es verdad.
Pulseras rojas es una serie muy bien hecha, pero sobretodo
muy bien guionizada. Sorprende la profundidad y la dureza de algunas de las
situaciones, sobretodo por que se trata con gente muy joven, pero que tienen
que madurar por la fuerza. Sin embargo, los capítulos resultan entretenidos y
amenos, incluso a veces algunas tramas parecen muy simples hasta que dejan de
serlo.
Toda la melancolía, la gravedad, la tristeza y el drama
acaban pasando por una especie de filtro mágico que hacen que uno quede
enganchado a este grupo de jóvenes “rotos”, y que te emociones inevitablemente.
Pulseras rojas ha sido la sorpresa del verano para mucha
gente (incluso para A3), y es un placer que así sea. Poder disfrutar de esa
calidad en nuestra televisión no pasa muy a menudo.
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