Cuando uno se acerca a un biopic, una película que te cuenta
la vida de alguien, suele hacerlo con una opinión ya hecha, sobretodo si ese
personaje es contemporáneo. La figura de Margaret Thatcher fue muy importante
en el Reino Unido, eso es evidente incluso para los que la odian. Buena prueba
de ello es la cantidad de películas que su estancia en el poder provoco,
contadas por cineastas mas o menos buenos que vivieron aquellos “malos” tiempos
siempre desde la perspectiva del pueblo.
Para mi, quizás por mi edad cuando ella estaba en el poder,
Margaret Thatcher solo era un personaje borroso del que solo sabia que había
jodido mucho al pueblo y que su etapa al frente del gobierno británico se
calificaba de oscura y cruel. Sin embargo, al parecer, económicamente no les
fue mal. En ciertos momentos tuve la sensación de que la situación
se parece a nuestro presente, salvo por lo económico, claro.
Pero todo eso desapareció de mi mente al poco de comenzar a
ver la película. La película esta contada de una manera excelente, desde una
anciana Thatcher vamos partiendo hacia distintos flashbacks, utilizando como
excusa desde la primera secuencia del film el amor, donde ya podemos intuir por
donde va este biopic. El hilo conductor de esta pequeña historia es uno de los
mas bonitos que recuerdo.
Si, habla de la vida de Margaret Thatcher, saltando a
distintos momentos de su etapa política, pero centrándose únicamente en la
persona, en la señora mayor que es ahora. En ningún momento se intenta dar
opiniones al espectador, solo se muestran hechos y frases que sucedieron o que
se dijeron. Pero con unas pocas pinceladas uno se olvida inmediatamente de todo
lo que tenia entendido sobre este personaje, y se deja llevar por una magnifica
interpretación y un excelente ritmo, pausado pero capaz de emocionar en el
momento mas inesperado.
Esta es una de esas películas en la que cuenta tu propia
capacidad de emocionarte, de entender lo que te están contando de verdad. La
historia de una mujer, una historia de amor, una historia de aceptación y superación
con un transfondo amargo que llega muy dentro.
Phillida Lloyd, que ya dirigió a Meryl Streep en la divertidísima
Mamma Mia, consigue una película emotiva, seria y brillante.
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